
Giovanni Cassano, propietario de un restaurante en la provincia canadiense de Ontario, no iba a permitir que una guerra comercial se interpusiera en la sed de sus comensales por el vino californiano, el bourbon de Kentucky Jim Beam o el vodka Tito’s, de fabricación tejana.
Sin embargo, pronto él y sus comensales podrían no tener otra opción.
Cuando el presidente Donald Trump anunció el mes pasado los aranceles que planeaba imponer al país, los políticos canadienses amenazaron con retirar las marcas de alcohol estadounidenses de las estanterías de las licorerías gestionadas por el gobierno como represalia.
El martes, esos aranceles entraron brevemente en vigor, y las bebidas alcohólicas y el vino estadounidenses se guardaron en cajas y se escondieron en gran parte de Canadá. Las emisiones de televisión se llenaron de imágenes de empleados empaquetando botellas de cristal y dejando atrás estantes vacíos.
“La gente se sentirá frustrada, pero creo que se adaptará”, dijo Cassano, propietario de una cafetería y un bar de ostras adyacente en Windsor, Ontario, ciudad fronteriza que es el corazón de la industria automovilística canadiense y un importante campo de batalla en la guerra comercial.
Antes del martes, Cassano había hecho acopio de suficientes cajas de licores y vinos estadounidenses para tener tiempo de hacer la transición a productos fabricados en Canadá en sus dos negocios, situados no lejos de la destilería donde se elabora el whisky Canadian Club, que se exporta a gran parte a Estados Unidos.
“Obviamente, todos estamos en esta situación, pero algunos clásicos no se pueden sustituir”, dijo Cassano.
El gusto por el licor estadounidense podría ser una de las bajas en la guerra comercial contra Canadá, después de que Trump impusiera un arancel del 25 por ciento a las exportaciones canadienses. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, tomó represalias con un arancel del 25 por ciento sobre productos estadounidenses por valor de 20.500 millones de dólares, que aumentará hasta sumar aproximadamente otros 85.000 millones de dólares en productos en tres semanas.
El jueves, Estados Unidos anunció que concedería a Canadá una segunda prórroga, hasta el 2 de abril, sobre la mayoría de las exportaciones, lo que agravó las relaciones económicas y políticas entre ambos países.
Aún no está claro qué significará el aplazamiento, si es que significa algo, para el alcohol estadounidense y los bebedores canadienses que esperan consumirlo. Pero boicotear los productos estadounidenses se ha convertido en parte del orgullo nacional del país, uniendo a los canadienses en los foros de internet y en los pasillos de las tiendas de comestibles.
En el preludio de los aranceles del martes, Doug Ford, el primer ministro de Ontario, la provincia más poblada del país, advirtió que las licorerías de propiedad provincial retirarían de la venta unos 3600 productos estadounidenses.
Desde entonces, todas las demás provincias han anunciado que harán lo mismo. Manitoba lo hizo con estilo teatral, cuando el primer ministro Wab Kinew compartió un video en las redes sociales en el que imitaba a Trump firmando una orden ejecutiva.
“Esta orden, es una orden maravillosa, es una orden hermosa”, dijo Kinew. “Esta orden está retirando el alcohol estadounidense de las estanterías del mercado de licores”. Los miembros del personal que estaban detrás de él estallaron en aplausos.
(Algunas provincias canadienses permiten la venta privada de licores, por lo que los productos estadounidenses no desaparecerán totalmente de Canadá).
Lawson Whiting, director ejecutivo de la corporación propietaria de la marca de whisky de Tennessee Jack Daniel’s, dijo el miércoles a los inversores durante una conferencia telefónica sobre ganancias que Canadá representaba alrededor del 1 por ciento de las ventas de la empresa.
“No solo las bebidas alcohólicas, sino muchos productos de fabricación estadounidense han salido de las estanterías de Canadá, lo cual es duro”, dijo Whiting, calificándolo de reacción exagerada. “Eso es peor que un arancel, porque te está quitando literalmente las ventas”.
Después de que Trump anunciara el jueves la pausa de la mayoría de los aranceles, Chris Swonger, presidente de la asociación comercial estadounidense de bebidas espirituosas destiladas, expresó su esperanza de que el sector pudiera evitar mayores daños.
“Tenemos la esperanza de que continúen los diálogos constructivos entre Estados Unidos, Canadá y México que devuelvan permanentemente los aranceles cero por cero al comercio de bebidas espirituosas entre nuestros tres países”, dijo. “Queremos brindis, no aranceles”.
Los productos alcohólicos estadounidenses representan una pequeña parte de las ventas canadienses. En Ontario, el minorista de alcohol propiedad del gobierno provincial dijo que el alcohol estadounidense generaba hasta 965 millones de dólares canadienses en ventas anuales, parte de los más de 7 mil millones de dólares de ingresos anuales del minorista.
Pero un movimiento de base para comprar productos nacionales está cobrando fuerza a medida que los canadienses protestan por lo que perciben como una traición de Estados Unidos, el aliado más cercano del país, así como por los comentarios de Trump sobre la anexión de Canadá.
Vjosa Isai es reportera e investigadora del Times radicada en Toronto, donde cubre noticias de todo Canadá. Más de Vjosa Isai
Ian Austen informa sobre Canadá para el Times, y está radicado en Ottawa. Cubre la política, la cultura y la gente de Canadá y ha informado sobre el país durante dos décadas. Puede ser contactado en [email protected]. Más de Ian Austen